El larretismo repite una frase que se trasforma en un caballito de batalla que se parece a una expresión de deseo: “El que gane la interna presidencial de Juntos por el Cambio es el nuevo Presidente de la Nación”. Los consultores y los focus group que rodean a Larreta creen que el perfil del Jefe de Gobierno es el que busca la gente y los inversores extranjeros, moderado, serio y con decisión. Sin embargo, Larreta afronta, en pleno año electoral, varios escollos.

Uno tiene que ver con ciertas encuestas que llegaron a la sede del Gobierno porteño de Uspallata donde Larreta está cabeza a cabeza con Patricia Bullrich (en otras está abajo) y en algunas su candidatura aparece estancada en la intención de voto. Eso encendió todas las alarmas. El crecimiento de Bullrich es real y eso preocupa mucho al larretismo.

Por otro lado, está el problema Mauricio Macri, que no es nada menor, todo lo contrario. Larreta y sus laderos están totalmente convencidos de que el ex presidente está haciendo todo lo posible para que Horacio no llegue a la Casa Rosada. “Nos está haciendo la vida imposible”, repiten en la intimidad.

Ese complejo panorama, hizo que Larreta, al lanzarse como precandidato a presidente, a través del video que filmó en Santa Cruz, volviera a utilizar la estrategia que le dio tanto resultado: mostrarse dialoguista, conciliador y en el centro.

Tras amagar por un tiempo con un discurso duro, los hombres que trabajan en la campaña le pidieron volver a su perfil de siempre porque endurecerse no le dio los resultados esperados. Sin embargo, el año electoral parece muy cambiante y los ánimos del electorado fluctúan hacía una posición cada vez de más enojo frente a la problemática situación electoral.

Larreta está en una encrucijada y debe tomar las mejores decisiones si quiere ser presidente, el tiempo se agota.